ANA PARDO DE VERA*
Público es
Ojalá nunca tuviera que haber escrito este titular, significaría que todas las vidas humanas son iguales, todas las personas tendrían idénticos derechos y todos los criminales, las mismas penas. Qué ingenuidad. Soy incapaz de abarcar el dolor del cocinero José Andrés y de los y las integrantes de su onegé World Central Kitchen (WCK), así como de las familias y la gente de los siete asesinados por llevar comida a los y las habitantes de la Franja que van quedando vivos y agonizantes.
He escuchado y leído las expresiones de horror y condena por el atentado israelí perpetrado contra estos cooperantes en el que considero el peor de los escenarios posibles en estos momentos: el de un genocidio, el del exterminio completo de un pueblo por parte de otro que quiere ocupar el territorio del aniquilado. El rechazo ha llegado de todo el mundo, como es lógico, aunque con más o menos sumisión al poder del Estado terrorista de Netanyahu; por ejemplo, aquí en España, nada más y nada menos que el presidente del principal partido de la oposición, con aspiraciones de Gobierno tan ambiciosas que considera que éste solo le corresponde a él, nos ha deleitado con uno de sus retorcidos mensajes por omisión: Alberto Núñez Feijóo ha trasladado a José Andrés en un tuit su rechazo al asesinato de sus colaboradores sin mencionar el concepto crimen, censurar a Netanyahu o citar a Israel; como si estas siete personas hubieran muerto por generación espontánea al hacer el bien: «Como he trasladado personalmente al @chefjoseandres, quiero mandarle todo mi cariño por la pérdida irreparable sufrida en su campamento de Gaza. @WCKitchen, como dice José, es una hermandad preparada para llevar alimento donde más se necesita, demostrando valentía y generosidad».
El primer ministro israelí ha salido enseguida a entonar el mea culpa por un crimen supuestamente equivocado (¿Alguien a estas alturas se cree a este sujeto? ¿Alguien ignora que lo único que pretende es que nadie vaya a ayudar a los gazatíes y palestinos/as?)) Al fin y al cabo, José Andrés y WCK también ayudaron al pueblo israelí que sufrió los atentados de Hamás el 7 de octubre de 2023 y Netanyahu es un genocida y un corrupto, un asesino, pero sabe que tiene que seguir aparentando una estrategia conforme al derecho internacional de «defensa de su pueblo, Israel», tras el ataque del 7-O. Sin embargo, también quienes le dan la razón saben que miente por pura matemática de décadas de asedio sionista, muertos/as (33.000, que se sepa) y torturados/as con un sufrimiento insoportable -niños, sanitarias y personal humanitario incluido-. Consienten con idéntica miseria moral.
Han muerto siete personas buenas de la onegé del chef José Andrés; no son las únicas, pero esta vez, Netanyahu podría estar viendo la patita de un movimiento contundente de EE.UU. contra sus crímenes en Gaza y el resto de Palestina; al fin y al cabo, José Andrés fue nombrado en 2022 asesor de Deporte, Fitness y Nutrición por el presidente Joe Biden y pudiera parecer (pudiera) que el primer ministro ultrasionista ha tocado hueso. Personalmente, 30.000 muertos después, decenas de miles de heridos/as y un pueblo agonizando, me cuesta mucho creerlo, y aunque sería lo menos malo que esas siete vidas y el dolor del cocinero asturiano, su equipo y la gente de todos/as ellas sirvieran para parar la masacre, no hay ya medicina que cure estas dos heridas gangrenadas por años y años de desidia internacional: la del sufrimiento del pueblo palestino a manos del sionismo y la de la desigualdad abismal del valor que tienen las vidas humanas; también las de los cooperantes, que en algunos casos como la UNRWA (173 cooperantes asesinados por Israel), han sido incluso cancelados por EE.UU. y los cómplices de este país, ejecutor y cómplice, a su vez, de muerte y miseria por todo el mundo … Pero Rusia.
*Filóloga y periodista española.