Simón García*
Vivimos días complicados. Días urgidos de prudencia en el discurso y consecuencia con el objetivo: votar para cambiar. Ganar a punto de votos el derecho a vivir mejor con un nuevo modelo de país. Ambos objetivos son posibles si las fuerzas de oposición cumplen bien su misión.
Pero lo que hoy resalta es que no se está trabajando para ganar. Hay tres hechos a verificar para fundamentar esta aseveración. El primero es el intento de ponerle al país unos lentes moralistas que ven la consistencia ética de los líderes separada de la obligación de luchar por medios democráticos para abrir una senda de reconstrucción y futuro.
La postura moralista es purista y maniquea. Enrique Márquez logró rehabilitar la tarjeta de su partido. Manuel Rosales hizo lo mismo minutos antes del cierre del lapso. Doce horas después los directivos de la PU inscribieron como tapa a González Urrutia y salvaron la tarjeta de la manito. Todas cumplieron un procedimiento similar, pero unos son tildados de ángeles y Rosales de diablo. Alguien está repartiendo una salsa que no es igual para los tres.
El segundo hecho es la sustitución del objetivo principal, salir del gobierno por un objetivo secundario, sacar del juego a una parte de la oposición. Para justificar esta exclusión se descalifica a determinados dirigentes políticos para usar este argumento como razón de la exclusión. Un circuito que es una guillotina que genera hoy desprestigio contra una parte de los dirigentes y que al final se acumulará contra todos los políticos.
El tercer hecho es un procedimiento antitético con la unidad: pretender unir para ser hegemónicos. El basamento de esa irreal unidad es la aceptación del predominio de un líder supremo y de una fuerza dominante sobre las otras. Mientras se contraponga liderazgo único a liderazgo colectivo, no habrá integración ni solidaridad efectiva entre las partes del todo opositor.
Hoy en las fuerzas de cambio priva la confrontación y en las fuerzas de conservación priva la unidad para preservar y disfrutar del sistema autoritario de poder. La situación de la oposición permite al gobierno actuar con un repertorio mayor de respuestas.
Por una parte, cumple su función represiva de una manera selectiva. Ataca a María Corina sin tocarla directamente. Se concentra en reprimir, hostigar, desarticular y atemorizar las personas que integran su Comando nacional y sus seguidores regionales y locales.
Por otra parte, el gobierno ha logrado que sea la misma oposición la que se encargue de su descalificación y división. Esta fragmentación está cuajando entre los 10 partidos de la plataforma unitaria y entre algunos de ellos y María Corina.
Una evidencia de este comportamiento suicida es la brutal campaña contra Rosales para evitar que sea candidato de la MUD. Interés parecido al del gobierno que procura que si Rosales sale al ruedo, quede descoyuntado y con sus extremidades débiles por los golpes recibidos en el encierro.
La conclusión es lógica. Hay que denunciar y exigir el cese de la represión contra los dirigentes de Vente y hay que alcanzar un compromiso para frenar el brutal ataque contra Rosales. Un acuerdo a pactar para hacerlo vigente desde ahora hasta el 28 de julio.
En el plano político hay que superar la grave situación que implica participar en un proceso de escogencia anulando reglas democráticas entre los participantes. Enrique Márquez decidió, en ejercicio de su derecho, que si no resultaba candidato de la Plataforma Unitaria mantendría su opción. La posición de María Corina es hacer campaña electoral por su candidatura o la de la profesora Yoris. Es decir, ni ella ni Márquez harán campaña por el candidato que escoja la Plataforma Unitaria. Al menos, María Corina no hará campaña hasta el 18 de julio cuando podrá llamar a votar por la Unidad, dar libertad de conciencia o llamar a no votar.
Un acuerdo inteligente, urgente y necesario sería ratificar a María Corina como líder principal y escoger al candidato que reúna las ventajas y condiciones para desafiar los obstáculos y darle a Venezuela una victoria. Las encuestas ya están mostrando quien es esa persona. X: @garciasim
*Simón García es analista político. Cofundador del MAS.