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Las bombas lanzadas por el Ejército de Israel este lunes han provocado el caos y el pánico en todo el Líbano, sobre todo en el sur del país, la zona fronteriza con Israel. En una campaña de ataques sin precedentes desde el año 2006, las bombas israelíes mataron este lunes al menos a 492 personas —entre ellas 35 niños— e hirió a otras 1.600, según informó el Gobierno libanés.
Desde primera hora de la mañana, Israel lanzó intensos bombardeos contra diferentes áreas del sur del Líbano y también del Valle de la Bekaa, en el este del país, a lo que Hizbulá respondió con lanzamientos de proyectiles contra objetivos militares israelíes al otro lado de la frontera.
El Gobierno libanés confirmó este lunes un “desplazamiento masivo de las regiones del sur”: miles de personas abandonaron las regiones del sur y el este del país en dirección a la capital, Beirut.
La Agencia Nacional de Noticias (ANN) también informó que la entrada a la ciudad meridional de Sidón, en la principal autovía costera del país, estaba registrando este lunes fuertes atascos debido a la cantidad de vehículos que están abandonando las zonas más al sur.
“Como consecuencia de estos ataques, se desplazaron miles de familias de las zonas que son objetivos de las acciones”, confirmó en una rueda de prensa Firas Abiad, ministro de Salud Pública libanés. Abiad no ofreció cifras específicas sobre cuántas personas o zonas se han visto afectadas por las evacuaciones, pero son miles las personas las que huyen de las bombas israelíes.
Sin embargo, tampoco Beirut es una ciudad del todo segura —o al menos parte de ella— pues también se han registrado evacuaciones en esos suburbios capitalinos como el Dahye, un bastión de Hizbulá que hace tres días ya fue objetivo de otro bombardeo que acabó con la vida de más de medio centenar de personas, entre ellas más de una docena de altos cargos de la formación aliada de Irán.
Pese al caos, los libaneses mantienen la cabeza alta: “No tengo miedo, lo juro, hemos pasado por esto antes. Hemos pasado por una ocupación en el sur y esos cobardes nunca van a quedarse con un trozo de nuestro país”, dijo a EFE una mujer desplazada del Dahye que decidió abandonar el suburbio ante la escalada bélica de las últimas horas.
En medio de la ola de desplazamientos, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, pidió en un mensaje de vídeo a los ciudadanos del Líbano mantenerse fuera de “la zona de peligro” y evacuar las áreas del este y sur del país que Israel está bombardeando.
Hasta el momento, el Ejército israelí aseguró haber bombardeado unos 1.300 objetivos de Hizbulá en el Líbano, unas acciones que han venido acompañadas de alertas a la población del Valle de la Bekaa y del sur para que abandonen sus casas si estaban próximas a edificios usados por Hizbulá.
El movimiento libanés respondió a la campaña israelí con el lanzamiento de siete tandas de “decenas” de proyectiles contra una serie de objetivos militares en el norte de Israel.
“Crímenes de guerra”
La misión de paz de la ONU en el Líbano (FINUL) advirtió de que los bombardeos de Israel, que han afectado a miles de civiles y forzado su desplazamiento, “no solo son violaciones del derecho internacional, sino que pueden constituir crímenes de guerra”.
“Cualquier nueva escalada de esta peligrosa situación podría tener consecuencias devastadoras y de gran alcance, no solo para quienes viven a ambos lados de la Línea Azul (la divisoria entre el Líbano e Israel), sino también para la región en general”, advirtió la misión de paz en un comunicado.
En este contexto, el comandante de los Cascos Azules en el Líbano, el general español Aroldo Lázaro, estuvo en contacto con “las partes libanesas e israelíes” para trasladar “la urgente necesidad de reducir la escalada”, mientras que afirmó que “se están realizando esfuerzos para reducir las tensiones y detener los bombardeos”.