Los cortes de electricidad se han vuelto la preocupación y angustia de los venezolanos en varias partes del país, afectando las labores diarias en la calle, hogares, comercios e industrias.
En algunas zonas de Valencia, Naguanagua, San Diego, San Joaquín, reportan apagones a diario, causando grandes incomodidades en la población, sin que se sepa de algún plan de mejoras al respecto o se informe de las programaciones para organizarse un poco al menos.
Recogimos algunos testimonios de comerciantes, para dar a conocer algunas de las formas en que está afectando esta situación.
“Lloro cada vez que quitan la electricidad porque eso significa pérdida de dinero, tiempo y clientes”, nos dijo Sandra, quien tiene un local en un centro comercial de Naguanagua.
Relató que a diario está dejando de trabajar hasta cinco horas debido a los cortes eléctricos.
En el centro comercial hay planta, pero sólo permiten usarla para alumbrar las áreas comunes. No puede prender sus implementos de trabajo como estilista.
Ofrece sus servicios previa cita, es decir que tiene una programación por horas. Como no hay avisos de parte de Corpoelec es difícil planificarse y queda con la agenda muerta.
Obviamente, las clientas deciden buscar en otro lado para hacerse sus arreglos.
“No hay manera de trabajar de manera planificada así, hay clientes que vienen de otros municipios y pueden sólo el día reservado, es un verdadero problema”, nos comentó.
Allí mismo, otra comerciante que prefirió que no diéramos su nombre dijo que sufre la misma situación, con un problema adicional a la hora de comer porque no tiene como calentar sus alimentos.
Las ventas bajan porque la afluencia de compradores es menor o porque los puntos de ventas y la señal de telefonía para hacer pago móvil no funcionan durante los apagones.
En otra zona, César, quien tiene una barbería, dijo que para poder trabajar debe prender la planta porque necesita del aire acondicionado y que funcionen las máquinas y secadores, y así ofrecer un servicio de calidad.
Eso genera un gran problema, porque trabaja igual que cuando hay electricidad, pero ganando menos, debido a que la planta trabaja con gasolina y en las estaciones de servicio no le venden el combustible, entonces toca comprarla aparte a un mayor precio. Otra opción es sacársela al carro, pero es riesgoso.
Otra cosa es que si no hay electricidad muchas personas no salen, es un día muerto, no va al negocio ni siquiera el 30 por ciento de las personas que normalmente piden el servicio y los que van se quejan del ruido de la planta.
María tiene una venta de comida. Cuando cortan el servicio eléctrico se le dificulta cocinar a tiempo y si lo logra los clientes se quejan del calor o, simplemente, no entran.
Además, tiene que buscar alternativas para guardar los alimentos y evitar que se dañen.
“Esto ha hecho que las ventas bajen afectando nuestra economía”, manifestó.
Estos tres testimonios fueron en Naguanagua, pero es una situación similar en otros municipios.
Desde la urbanización El Parral, al norte de Valencia, la doctora Banesa Sanabria nos informó que este martes no tuvieron servicio en tres oportunidades, el mismo día.
Desde el sur de Valencia, Alexis Lanoy, nos escribe todas las noches para decirnos que no tienen electricidad.
En nuestro caso, que trabajamos transmitiendo información, el que no haya electricidad limita enormemente el trabajo, porque, además, la señal de la telefonía es casi nula y no podemos usar los datos del teléfono, ya que la señal es muy poca o ninguna.
También hemos vivido constantes problemas con la telefonía e internet ABA luego de que Corpoelec restablece el servicio.
Otras familias y comerciantes reportan daños en equipos y nadie responde por ello.
Todos abogan porque mejore el servicio y, mientras tanto, que lo menos haya una programación de cortes de la cual se informe a la población de manera oportuna para tomar previsiones.