Simón García*
El régimen se ha mantenido en el poder sin alternabilidad. Por su naturaleza autoritaria y opresiva, pero también por el desempeño errático de la oposición.
En esta destacan tres conductas políticas hundidas: reducir a la oposición a una fuerza sin Propuestas; conducirla al terreno de la insurgencia con acciones de poder paralelo; presentar el cambio como un acto instantáneo, con absoluta exclusión de adversarios y repetir la devoción popular por el líder único, indicador de un déficit de cultura democrática.
Por primera vez la relación de fuerzas muestra una abrumadora ventaja electoral de la oposición y al gobierno hundido en un rechazo muy difícil de superar.
Las cúpulas que conforman el poder sienten que pueden perderlo y la falta de sentido de la realidad los empuja al callejón sin salida de la represión y a la ilusión que podrán ganar las elecciones creando unas pasajeras burbujas de mejoras sociales. Se niegan a reconocer que el país les exige cambios de fondo.
La desesperación que les produce el riesgo de perder el gobierno, una alternancia normal en democracia, en vez de conducirlos a un viraje político, los extravía en un plan para reducir el nivel de competencia de los opositores. Se dejan tentar por el espejismo nica-absolutista de Ortega y desatienden los consejos de sus gobernantes amigos. Están perdidos en la sensación de caminar en su dead line.
La decisión no solo es asunto de ellos. Una oposición responsable debe alejar al país de ese barranco y empeñarse en ensanchar las rendijas de una transición hacia la paz y la recuperación de producción con justicia social.
Hay que despertar en todos los venezolanos el sueño y el compromiso de volver a vivir en un país que sea una casa de todos y para todos
El futuro está del lado de la convivencia, no del lado de la furia.
La contribución de la oposición es la de comenzar a ser una fuerza de cambio con propuestas para unir al país, reconstruir la economía sobre nuevas bases y conquistar libertad.
Si el gobierno se empecina en imponerse como sea, hay que ir a votar.
Si el gobierno saca arbitrariamente a María Corina del juego electoral, la gente debe permanecer en el y trabajar para que su victoria sea reconocida, en primer lugar porque puede ser compartida como un triunfo sin exclusiones ni revanchismos.
Venezuela necesita un acuerdo nacional para volver a la democracia.
El gobierno podrá cercenar el derecho de María Corina a competir, en esta oportunidad, por la presidencia de la República, pero no podrá confiscar su condición de líder principal de la oposición. Un liderazgo que al expresar la voluntad de la gente de no dejar que nada ni nadie la saque del proceso electoral, será un factor de victoria segura el 28 de julio.
Si esa es su decisión, como esperamos, debe pasar a encabezar y ayudar a conformar una dirección plural y colectiva que se ocupe de asumir una negociación clara con el gobierno para evitar que la desesperación del poder destruya los remanentes de democracia.
Ir más allá de las elecciones con la aspiración y el compromiso común de hacer, nuevamente, de Venezuela un país de todos y para todos. X: @garciasim
*Simón García es analista político. Cofundador del MAS.