ROCÍO CAMPOS RAMÍREZ/El País/Madrid
En verano es difícil mantener las rutinas adquiridas durante el año. Las obligaciones escolares ya no están tan presentes y repasar o hacer algún ejercicio se convierte en una actividad costosa para los menores. Sin embargo, la lectura puede ser una experiencia que ayude, incluso, a pasar más tiempo en familia siempre y cuando no se ofrezca como hacer deberes. “Aunque indirectamente va a ayudar al niño, hay que desvincularlo del ámbito del aprendizaje”, advierte Jonatan Molina, doctor en Psicología, profesor en la Universidad Europea e investigador en el Centro de la Infancia de la Universidad Miguel Hernández, en Valencia.
Es importante que se siga manteniendo un nivel de lectura durante las semanas sin colegio. No hacerlo implica una pérdida de léxico y un retroceso en habilidades cognitivas, según argumenta el artículo Tres veranos sin leer es un año perdido en el desarrollo intelectual, publicado por la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). La comprensión lectora, una mayor riqueza del vocabulario o el simple hecho de disfrutar con la lectura pueden verse alteradas en la época estival. Por eso, Molina recomienda mantener un nivel moderado de hábitos para prevenir problemas de cara a la reincorporación a las clases en septiembre. Eso sí, sin obligar, pero tampoco dejando que el menor elija si leer o no. “Hay que llegar a un punto intermedio entre no ser demasiado insistente y que esto genere un conflicto”, recuerda el psicólogo. Molina aclara qué puede elegir el menor y dónde interviene el adulto: “El niño puede decidir qué leer, cuándo, dónde y cuánto tiempo, pero no tiene que elegir si leer o no.”
¿Por qué seguir rutinas es esencial para el bienestar de los niños?
Para que las lecturas sean placenteras para todos en vacaciones es importante saber qué libros metemos en la maleta o cómo elegirlos. “El verano puede ser la oportunidad para leer aquello que realmente les apetece y que no siempre se ofrece en el colegio”, apunta por su parte Mónica Álvarez Ganado, profesora de Lengua y Literatura en el colegio Patrocinio de San José, en Madrid. Para ir sobre seguro, antes de que terminaran las clases la también autora de la novela juvenil La brigada Mariposa (Bruño, 2022) preguntó a su alumnado de 5º de Primaria qué libros recomendarían para este artículo. Entre los títulos señalados destacaron la saga de Percy Jackson, del escritor Rick Riordan (Salamandra, 2015) o las aventuras de Amanda Black (B de Blok, 2021), de los autores españoles Juan Gómez Jurado y Bárbara Montes.
Qué leer es lo de menos. “Lo importante a la hora de elegir es hacer el estímulo atractivo”, prosigue Molina. Que la oferta que se ofrezca al menor le motive a leer. Para ello es importante, insiste este experto, en que sea una decisión compartida con el niño, que se le acompañe a la hora de elegirlo. También incide en lo esencial: “Encontrar un libro que se adapte al nivel del lector”. Para una buena elección, recomienda llevar a cabo la “regla de los 5 dedos”. Esta consiste en, una vez que el niño o adolescente se haya decidido por un libro, leer juntos la primera página en la misma tienda: “Si hay al menos cinco palabras que el niño no entiende o no es capaz de comprender, ese libro lo descartaríamos”. Porque lo significativo, aclara el psicólogo, es que sea una experiencia positiva que también se pueda disfrutar en familia.
Leer juntos
Siempre se ha dicho que la lectura es una actividad solitaria, pero con los niños y los adolescentes cada vez es más común compartir el momento de leer. Teresa Corchete, experta en fomento de la lectura, responsable de los programas dirigidos a niños y familias de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez y coordinadora de actividades en Casa del Lector, recomienda aprovechar el verano para disfrutar de los clásicos con los más pequeños, como por ejemplo Alicia en el País de las Maravillas, en su versión ilustrada por Helen Oxenbury (Beascoa, 2000). “Crear esa rutina alrededor de la lectura en voz alta”, insiste, “para ellos, además, compartir tiempo con sus padres va a ser una alegría”.
No es necesario ir cargado con libros al lugar de vacaciones, argumenta Corchete. Entre las opciones más baratas y asequibles para todos, según indica, está la de buscar una biblioteca cercana al lugar donde la familia se aloja, interesarse por las actividades en torno a la lectura que se realicen a lo largo del verano o aprovechar los audiocuentos que se pueden poner durante el viaje. “Tenemos una aplicación, Casa Lectoras, gratuita, donde se pueden encontrar estos cuentos para ayudarnos a no ir cargados con la mochila llena de libros”, indica la experta.
Pero, quizás, uno de los consejos más importantes, aunque se repita una y otra vez, es el de dar ejemplo. “Intentar leer delante del niño, tener esa pequeña rutina para leer juntos”, agrega Molina. Porque las lecturas de verano, cuando se eligen buenas historias y se comparten en familia, generan recuerdos. Corchete resume que el camino sería crear esa necesidad de estar juntos, en torno a la lectura y, sin obligación, surge más fácil.