Pascual Serrano*
El presidente español Pedro Sánchez anunció ayer mediante una carta publicada en X dirigida a la ciudadanía que se daba unos días para pensar seriamente la opción de dimitir. El lunes anunciará su decisión.
El motivo ha sido la decisión de un juez de abrir diligencias para investigar a su esposa, Begoña Gómez, tras una denuncia del grupo ultraderechista Manos Limpias. Este grupo se ha especializado en denuncias contra dirigentes de izquierda que suelen quedar en nada. Tras los “ataques sin precedentes” a su esposa, afirma Sánchez en la carta, “necesito parar y reflexionar. Me urge responderme a la pregunta de si merece la pena, si debo continuar al frente del Gobierno o renunciar a este honor”.
La denuncia de Manos Limpias se dirige contra la esposa de Pedro Sánchez, por “recomendar o avalar con su firma a empresarios que se presentaban a licitaciones públicas”, “prevaliéndose de su estatus personal de esposa del presidente del Gobierno”. Pero, según admite el propio dirigente del grupo ultraderechista en el documento, sus acusaciones se sustentan en informaciones publicadas por “varios diarios digitales y de papel, y posteriormente en tertulias televisivas”. De hecho, de seguido, enumera una serie de titulares de El Confidencial, Vozpopuli, Libertad Digital y The Objective.
“Primero intentaron inhabilitar al presidente en la Oficina de Conflictos de Intereses. Luego manipularon al Senado creando una comisión falsa, como falsa fue la denuncia ante la Oficina de Conflictos. Y ahora también utilizan una denuncia falsa de una organización ultraderechista para difamar y para injuriar a la Presidencia del Gobierno”, afirmó la vicepresidenta María Jesús Montero. El portavoz parlamentario del PSOE, Patxi López, fue más lejos: “Uno empieza a estar un poco harto. Este es un país donde hay que demostrar la inocencia. Se lanzan acusaciones sin datos o información veraz, sin pruebas. Solo para hacer daño, para difamar”.
La organización Manos Limpias ya ha sido investigada varias veces por presentar denuncias falsas, sin embargo, nunca le faltan jueces dispuestos a darle cierto recorrido judicial a sus acusaciones.
Es evidente que Pedro Sánchez está siendo víctima lo que se denomina “lawfare”, es decir, la instrumentalización de la Justicia o de las instancias judiciales para inhabilitar o provocar el repudio popular contra un oponente.
En España, como en tantos otros lugares, y especialmente en América Latina, sufrimos una derecha que no acepta no estar en el gobierno. Que utiliza todos los resortes, lícitos o ilícitos, para intentar derrocar a los gobiernos que no son el suyo. Y que dispone, entre todas sus armas para desestabilizar, a asociaciones civiles que suplantan a la ciudadanía. Medios de comunicación que solo son herramientas de manipulación, jueces y aparatos judiciales sin decencia profesional que sirven a intereses y espurios y partidos políticos de ultraderecha que no aceptan el resultado democrático.
A la denuncia del intento de golpe contra Pedro Sánchez a través de este lawfare judicial se han unido la mayoría de los partidos políticos de la izquierda e incluso independentistas, así como numerosos líderes sociales e intelectuales han mostrado su solidaridad con el presidente.
Pero todo ello no debe hacernos olvidar que, desde hace más de veinte años, la izquierda de América Latina ha estado sufriendo lawfare. Golpes de Estado mediáticos, campañas de acoso y todo tipo de intentos ilícitos de derrocamiento por parte de la derecha y la ultraderecha. Y el partido de Pedro Sánchez, el PSOE, miraba para otro lado, cuando no formó parte del acoso.
Golpes mediáticos contra Hugo Chávez, encarcelamientos e inhabilitaciones injustas contra Lula, acoso judicial contra Cristina Fernández o Rafael Correa, persecución e intentos de golpe contra Evo Morales, golpes que triunfaron contra Manuel Celaya en Honduras, Fernando Lugo en Paraguay o Pedro Castillo en Perú e intentos de desestabilización contra Nicolás Maduro en la actualidad. Poco apoyo o ninguno encontraron todos ellos en los gobiernos socialdemócratas españoles. No olvidamos a Pedro Sánchez reconociendo a Juan Guaidó como “presidente” de Venezuela, participando así en ese ridículo intento de golpe de Estado contra Maduro en 2019 en que se autoproclamaba presidente un tipo subido en un taburete en la calle.
Ahora el presidente del gobierno español está comprobando en sus propias carnes cómo actúa la derecha y la ultraderecha para lograr el poder que las urnas no le otorgaron. A diferencia de su partido y sus líderes, la izquierda española y mundial sí está denunciando el acoso contra él y el intento ilícito de derrocarle.
No sabemos cuál será la noticia que Pedro Sánchez transmita a los españoles el lunes, si dimitirá o se mantendrá al frente del gobierno. Si con este órdago solo buscaba denunciar un golpe de Estado judicial de la derecha o es la antesala de su abandono. En cualquier caso, los ciudadanos, españoles y de todo el mundo, deben tomar nota de la amenaza de esa ultraderecha que dice aceptar la democracia y se presenta a las elecciones, pero luego solo admite los resultados si gana. En Venezuela lo conocen bien, así como el apoyo que esa derecha recibe de gobiernos estadounidenses y europeos.
Ojalá todos los españoles y europeos que ven el lawfare y el intento de golpe contra Pedro Sánchez fuesen capaces de verlo también cuando sucede en América Latina.
*Escritor y periodista español