Simón García
Estamos ante un recrudecimiento de una guerra de encuestas que apela a manipular números para presionar en vez de orientar a los electores.
Las principales encuestadoras con trayectoria en el país señalan a Edmundo González como el candidato que obtiene una ventaja mínima de 20 puntos.
Existen también varias encuestadoras, como CECA y Pronóstico para nombrar solo dos, que anuncian un empate técnico.
Si se toma en cuenta a las primeras es muy difícil pensar que esa ventaja pueda ser remontada.
Pero si se toma en cuenta a las segundas, como lo hacen los partidarios del presidente, este podría ser el ganador. La decisión del 28 pasaría a depender de la organización, la capacidad de movilización y la eficacia para tener testigos en las mesas.
Hay otros factores motivacionales y políticos que ese mismo día 28 condicionarán los resultados.
Uno, el comportamiento de la abstención.
Dos, que se produzca un aumento de la votación de los candidatos que luchan por el tercer lugar, si eventualmente hay electores que se devuelven de una primera inclinación.
Hay dos hechos adicionales que se mencionan como variables que pueden afectar la posición de Edmundo.
La tesis según la cual el gobierno ya no puede, así lo quisiera, inhabilitar la tarjeta de la manito, coloca a la oposición en situacion de impreparación. Aún puede venir esa decisión judicial lo que convertiría a esa tarjeta en una caja de votos nulos y obligaría a atender a la carrera a dos conejos en los cuatro días anteriores a la votación.
Los analistas que pronostican un empate entre Edmundo y Maduro se basan en un supuesto rechazo a María Corina en el chavismo blando y entre los no alineados.
Lo importante no es debatir esa diversión sino afirmar el discurso que sume votos, que disipe dudas y aclare confusiones.
Hay que potenciar los planteamientos de Edmundo y demostrar, al país y a determinados actores, que tiene autonomía de vuelo.
Ahora, menos que nunca podemos permitirnos un triunfalismo que nos ciegue.
El mandado aún no está hecho.
La naturaleza democrática de la opción Edmundo González obliga a trabajar a partir de su idea: el chavismo es un adversario, no un enemigo.
Es una orientación importante pensando en cruzar bien el interegno entre el 28 y enero de 2025. Y más allá para poder gobernar.
Podemos aceptar la hipótesis que considera posible un triunfo de Maduro, triunfo que sería reconocido si la necesaria verificación de actas lo respalda. Una posición similar es la que exigimos de Maduro y esperamos del CNE.
Hay que contener el ventajismo de Estado que está en ascenso.
Nos interesa una votación, un escrutinio y un reconocimiento del ganador que sea una decisión unánime del CNE y con garantía expresa y reglamentada para procesar debidamente cualquier reclamo.
En mi experiencia como miembro principal del CSE aprendí que la principal función de la institución es persuadir al perdedor que perdió en buena lid. Y la segunda, es una relación de confianza, transparencia y de estricto apego a la Ley con la Fuerza Armada
Preocupan los indicios de una actitud que basa el reconocimiento de un ganador en las cifras que proporcione un Comando de Campaña.
Hay que superar con urgencia estas posiciones adelantadas y fuera de juego. Al respecto hace falta una manifestación pública de Edmundo González al país.
En estos días no hay espacio para la confrontación conflictiva ni para subestimar el poder del oficialismo
para fomentar la idea que gobierno no pierde elecciones, para intensificar la represión selectiva, para inducir abstención en segmentos no muy seguros de ir a votar o para actuar con duro ventajismo el propio día de las elecciones.
Es probable que el gobierno se ponga a tiro de ganar, Pero también que el respaldo a Edmundo aumente en estos días finales
Vamos a trabajar para vivir mejor y convivir en paz. Vamos a oir las dos campanas, vamos a entendernos.