Miyoko Matsubara, tenía 12 años y era alumna de 7º grado en la escuela, cuando cayó la bomba atómica sobre Hiroshima, la mañana del 6 de Agosto de 1945. Miyoko fue una de las 50 personas que sobrevivieron al bombardeo, de los 250 compañeros de su clase. Pero su cara quedó desfigurada por las quemaduras y los dedos de sus manos quedaron paralizados y retorcidos. En 1953, luego de vivir en Osaka y después de más de doce operaciones pudo abrir y cerrar nuevamente los párpados, y recobró algo de movilidad en sus dedos, entonces regresó a Hiroshima a trabajar con niños discapacitados y con otros sobrevivientes -Hibakusha- como ella, que habían quedado huérfanos. Para Miyoko, el bombardeo de Hiroshima y Nagasaki es una tragedia que no puede verse desde el punto de vista de agresores y agredidos, “los seres humanos tienen que aprender de Hiroshima y Nagasaki como una lección para sobrevivir en el futuro”
Con sus 15 años, Taeko Teramae, estudiante de secundaria, se encontraba a 500 metros del lugar del hipocentro, un punto en la tierra que queda directamente debajo del centro de una explosión nuclear. La mañana del 6 de agosto de 1945, Taeko miraba al cielo distraídamente a través de las ventanas de su escuela cuando vio algo brillante cayendo. Se estaba preguntando qué cosa sería esa, cuando el objeto estalló con una llamarada. La llamarada fue tan fuerte que Taeko pensó que su cuerpo se fundiría. Poco después la luz disminuyó y se volvió completamente blanca. Taeko miró alrededor y no vio nada, pero sintió el sonido rugiente de la tierra temblando. Entonces todo se puso oscuro de repente y se encontró atrapada por las ruinas de los edificios derrumbados. Al rato se desvaneció. A Taeko la rescató de los escombros su maestra, la señorita Wakita. Con su cara completamente desfigurada, Taeko muchas veces deseó haber muerto el día de la explosión. Pero ahora se siente agradecida con su maestra por estar viva hoy. La Señorita Wakita murió el 30 de agosto de 1945, tenía 20 años. Y hasta hoy, Taeko se siente profundamente afligida por la temprana e injusta muerte de su maestra. Taeko ha derrotado dos veces al cáncer, en su útero y en su pecho. Se anima diciendo que tiene que vivir por la vida de la señorita Wakita, así como por su propia vida. Taeko canta y cuenta su experiencia a los estudiantes que visitan Hiroshima en sus excursiones escolares. Canta y cuenta su historia para transmitir la tragedia del bombardeo atómico, y para que el mundo comprenda la necesidad de abolir las armas nucleares y las guerras.
Yoshitaka Kawamoto, entonces de 13 años, fue el único sobreviviente-Hibakusha- de su escuela. No supo que fue lo que pasó exactamente esa esplendorosa mañana en su ciudad, hasta que se encontró caminando sobre un montón de cadáveres en el Puente Mikuyi. En 1983, mientras el Presidente norteamericano Ronald Reagan delineaba su Iniciativa de Defensa Estratégica, una locura mejor conocida como la Guerra de las Galaxias, Kawamoto fue designado director del Museo de La Paz en Hiroshima. Desde entonces, envuelto en un aire majestuoso, Kawamoto cuenta, a veces con lágrimas en los ojos, la historia del horror de su experiencia personal esperando que esa historia no se repita nunca más.
Sadako Sasaki tenía solo 2 años cuando la bomba atómica cayó sobre Hiroshima. Sadako sobrevivió prácticamente ilesa a la explosión, pero en 1955 la joven Hibakusha murió de Leucemia a los 12 años de edad. En algún rincón del Parque de La Paz, en Hiroshima, una estatua de Sadako alza sus brazos al cielo, como para que no nos olvidemos de su nombre ni dejemos de escuchar su voz.
A 60 años de los estallidos de las bombas atómicas que destruyeron, el 6 y el 9 de Agosto de 1945, las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, todavía se escuchan las voces de los Hibakusha. Voces que sobrevivieron a la barbarie de las bombas. Sobrevivientes –Hibakusha- que siendo todavía niños, milagrosamente superaron los estragos causados por las explosiones y aprendieron a vivir con las cicatrices que quedaron cuando se fueron apagando las quemaduras de sus cuerpos. Voces como las Taeko Teramae y Miyoko Matsubara, que derrotaron las enfermedades producidas por la radiación. Sobrevivientes –Hibakusha- como Yoshitaka Kawamoto y Sadako Sasaki, que vivirán en la memoria del mundo para siempre y cuyas voces, cantando por la paz, se continuarán escuchando por los siglos de los siglos.
*Artículo publicado en agosto de 2005, en ocasión de cumplirse 60 años del lanzamiento por Estados Unidos de las bombas atómicas que destruyeron las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki que se reproduce en homenaje a la organización japonesa Nihon Hidankyo, conformada por sobrevivientes (Hibakusha) de esas bombas atómicas, que ha sido galardonada este 11 de octubre con el Premio Nobel de la Paz 2024.
Luis Eduardo Gallo