Eduardo Fernández
A pesar de las diferencias políticas (él era dirigente de Acción Democrática y yo militante del Partido Social Cristiano Copei) Carlos Canache y yo fuimos amigos.
Quisiera comentar sobre cosas dichas por Carlos en su obra monumental sobre la vida del más importante actor de la política venezolana en la segunda mitad del siglo XX: Rómulo Betancourt. Y quisiera recomendar, especialmente a los jóvenes, la lectura de esa obra, no sólo para conocer de su vida, sino para aprender la historia más reciente de Venezuela. Historia que se ha querido falsificar en este siglo, pero que es relatada por Canache con mucha mayor objetividad.
En ese libro me he encontrado con párrafos que tienen mucha relación con la crisis política que en estos últimos años hemos vivido los venezolanos. Canache relata, la inteligencia con la que dos distinguidos estadistas contribuyeron a superar la crisis política en la que se encontró el país después de la prolongada y terrible dictadura de Juan Vicente Gómez que duró un poco más de un cuarto de siglo: 27 años.
López Contreras, sucesor de Gómez, tuvo la inteligencia de entender que, después de aquella larga tiranía, el país tenía que evolucionar hacia formas más civilizadas de gobierno. Y dio pasos decisivos en esa dirección. Betancourt, a diferencia de opiniones radicales y extremistas, tuvo la inteligencia de comprender que el cambio debía ser progresivo y que en la transición no se podía ser maximalista sino aprovechar todas las oportunidades para avanzar en el camino que condujera a la instauración de un régimen democrático. Los dos, López y Betancourt, fueron adversarios implacables y, finalmente, terminaron siendo colaboradores en la implantación de la democracia en Venezuela.
Por cierto, tuve el enorme privilegio de estar de visita en la casa del General López, después de caída la dictadura de Pérez Jiménez, cuando Rómulo Betancourt, ya presidente electo de Venezuela fue a visitarlo. Fui testigo afortunado del abrazo que se dieron aquellos dos protagonistas históricos de la vida venezolana. Cuando se anunció la visita de Betancourt escuché a María Teresa, la esposa del General López, exclamar: “A ese señor yo no lo recibo en mi casa”. Tenía buenas razones para ello por las vejaciones que ella y su familia habían sufrido después de la revolución de octubre y antes de su salida al exilio.
El expresidente López, con voz muy recia contestó: “María Teresa, déjame la política a mí” y aceptó la visita de su viejo adversario.
En el libro (cap. 11, página. 105) Canache comenta que el presidente López Contreras, en su Mensaje al Congreso Nacional del 27 de abril de 1939, “plantea la necesidad de disminuir la pugnacidad de la lucha política y sustituirla por una intensa corriente de solidaridad y de acercamiento ciudadano”. “Abrir a todo lo ancho el camino de la fraternidad”. Eso decía el General, presidente de la República.
La respuesta de Betancourt no se hace esperar. El PDN, partido principal de la oposición dirigido por Betancourt, acoge favorablemente la política de convivencia anunciada por el gobierno y dice: “El PDN está dispuesto a hacer sacrificios para que la política de concordia y convivencia sea una verdadera realidad en Venezuela”. Es más, el PDN acuerda la redacción de una carta dirigida al general-presidente que debía ser llevada por el propio secretario general del partido, Rómulo Betancourt, haciendo planteamientos dentro del propósito de llevar adelante la política de concordia nacional.
A estas alturas no puedo sino lamentar que en el gobierno que rige los destinos del país actualmente no hay un Eleazar López Contreras y hacer votos porque en la oposición democrática prevalezca el espíritu de ese gran estadista que fue Rómulo Betancourt.
¡Qué falta le hace a la Venezuela de hoy desempolvar esos ejemplos que tanto contribuyeron a darle a nuestro país un tiempo de civilidad y de democracia!
Seguiremos conversando.