MIQUEL RAMOS*
Público es
Un grupo de encapuchados armados con palos, gases lacrimógenos y otros objetos contundentes se presentan ante la acampada que han montado los estudiantes de la universidad de California, en Los Ángeles, para denunciar el genocidio en Palestina. Estos los han visto venir y se colocan tras las barricadas, tratando de proteger el espacio y a sus compañeros. No hay policía ni guardias de seguridad, pero sí periodistas y varias personas grabando. Los asaltantes empiezan a lanzar objetos, a golpear a algunos de los estudiantes entre gritos e insultos, y a tratar de romper la barricada. El ataque se salda con varias personas heridas y ningún detenido.
Horas después de viralizarse las imágenes, varios internautas empezaron a identificar en sus redes a varios de los atacantes con sus nombres y apellidos y sus vinculaciones políticas. Pocos días después, la reportera de la CNN Kyung Lah, expuso en un reportaje la vinculación de todos ellos con grupos supremacistas, neonazis y ultraderechistas. Incluso fue a hablar con sus padres. Además, mostró cómo muchos de ellos, eran profundamente antijudíos, y así lo demostraban en sus redes sociales con propaganda nazi y caricaturas antisemitas que usan habitualmente estos grupos de ultraderecha.
El ataque neonazi a los críticos con Israel no es ninguna anécdota. Sucedió también en Madrid el pasado fin de semana, en la acampada universitaria, donde varios neonazis fueron detenidos tras atacar y amenazar a los presentes. Días antes ya había sucedido lo mismo en la Universitat de les Illes Balears, en Palma, donde varios conocidos neonazis y ultras del RCD Mallorca, agredieron y amenazaron a varios estudiantes. Uno de los que se presentó allí a intimidar a los estudiantes pro-palestinos llevaba una camiseta con la calavera emblema de las SS Totenkopf nazis, por si había dudas de su ideología.
Lo mismo ha sucedido estas mismas semanas en las protestas de Ámsterdam, París, Lyon, Estrasburgo (donde los nazis salieron escaldados) y en otras ciudades de Europa y Estados Unidos. Grupos organizados de extrema derecha han atacado protestas por Palestina y contra el genocidio, tratando de intimidar a los manifestantes y crear problemas de orden público para que las autoridades actúen. Grupos de extrema derecha que están sirviendo abiertamente a Israel, aunque la jugada no les esté saliendo demasiado bien.
Cuando la ultraderecha lleva años haciendo de la islamofobia su bandera, su bando no puede ser nunca el de los árabes ni el de los musulmanes. Los israelíes «son como nosotros», civilizados, occidentales, blancos en su mayoría, que mantienen a raya a la bestia árabe. Así que, los grupos nazis y fascistas vuelven a salir de caza, pero esta vez en defensa de Israel.
No hay ninguna contradicción entre ser un neonazi o un fascista y alinearte con el proyecto sionista. Hoy, todas las extremas derechas están defendiendo a Israel y el genocidio que está cometiendo, creyendo que así esquivan su reputación de antisemitas. Una atribución bien merecida, pues muchos de estos partidos, desde el Frente Nacional francés de papá Le Pen (Jean-Marie) hasta los neofascistas entre los que se crio Meloni (el MSI) fueron creados y alimentados por todo el nazi-fascismo de la segunda mitad del siglo XX, que estaba plagado de antiguos combatientes y colaboracionistas del III Reich y admiradores del régimen de las cámaras de gas. Hoy, sin embargo, el proyecto sionista representa el sueño de toda ultraderecha que anhela un etnoestado militarizado que se pase la legalidad internacional por el forro.
La derecha española repite las consignas de los mandatarios israelíes, aunque estos hayan insultado a este país y a su soberanía. El alcalde de Madrid, José Luis Almeida, cierra filas con Israel legitimando el exterminio de civiles un día después de las imágenes de cuerpos ardiendo y niños desmembrados. O se está con Israel, haga lo que haga, o eres cómplice de Hamás y un antisemita. Almeida dando clases sobre antisemitismo mientras mantiene una calle en Madrid a los voluntarios españoles en las filas de Hitler, la División Azul.
Son esas contradicciones que deberían sonrojar a cualquiera, pero que la derecha navega como si nada sucediera. Es el ministro israelí que dice perseguir el antisemitismo, en el acto de Vox en Vistalegre, con un partido que cobija a conocidos neonazis. Un partido que fascina incluso al principal propagandista en España del negacionismo del Holocausto, el nazi Pedro Varela, que acudió a un mitin en Barcelona. Los defensores de Israel son como el que se tira un pedo en un ascensor y hace gestos de asco extendiendo las sospechas sobre los demás.
Hace unas semanas, una carta firmada por unas supuestas cincuenta organizaciones advertía sobre el antisemitismo y señalaba a las acampadas por Palestina como puntos calientes. Después de que La Marea desvelase quienes estaban detrás, y se comprobara que la mayoría de esas 50 organizaciones ni siquiera existían, no han vuelto a pronunciarse. Y eso a pesar de que tenían razón pidiendo cautela ante las protestas por Palestina por si había antisemitismo, solo que los antisemitas eran casualmente los nazis de siempre, los que venían a atacar a los acampados por Palestina.
Israel no representa al pueblo judío, por mucho que intente arrogarse su representación. El sionismo obvia intencionadamente la desconexión de una gran parte de los judíos del proyecto, y la cada vez más presencia judía en la causa palestina, que se niega a que se cometa un genocidio y otros crímenes en su nombre. Esa disociación entre Israel y los judíos es la que hacen hoy los neonazis para servir a la causa sionista atacando a los pro-palestinos. Porque ellos siguen odiando a los judíos igual que odian a los musulmanes, pero como siempre, están con los más poderosos, creyendo todavía que ese es siempre el bando de los vencedores.
*Periodista español