Ramón Soriano*
Público es
Algunos dicen que hay que estar en la OTAN, porque Europa necesita de la ayuda de Estados Unidos en la órbita internacional. Otros, que hay que abandonar la OTAN y que Europa emprenda su propio camino. Creo que es mejor hacer un recorrido por ambas sendas.
La refundación de la OTAN es una tarea difícil y compleja, porque el líder interno ha despreciado a la organización y a sus miembros, intenta apropiarse de Groenlandia que pertenece a Dinamarca, miembro de la OTAN, y se ha convertido en cómplice del agresor de la soberanía e integridad territorial de Ucrania, miembro de Naciones Unidas.
La OTAN necesita una refundación, no ahora, sino desde hace mucho tiempo, sobre todo desde que desapareció el peligro de la URSS, en 1991. Y también desde hace mucho tiempo se imponía con absoluta claridad la necesidad de un paso decisivo de la UE en una política de seguridad y defensa europea y de creación de un ejército europeo. Trato en este artículo el primer punto.
He aquí una descripción de los problemas de la OTAN, que demandan su refundación
La inutilidad del documento fundacional
La OTAN tiene una carta fundacional, el Tratado del Atlántico Norte de 1949, anacrónica, sin concreciones, de tan solo 14 artículos, en la que lo único que aparece por todos los resquicios es el dominio absoluto de Estados Unidos, que si entonces, tras el fin de la segunda guerra mundial, tenía sentido por la polarización Estados Unidos-URSS, hoy no lo tiene, porque la URSS ha desaparecido.
Tras la lectura de la carta fundacional uno adquiere la convicción de haber sido redactada por Estados Unidos y trasladada a sus aliados para que simplemente la firmen. Ante el Gobierno de Estados Unidos se depositan los instrumentos de adhesión de los Estados (art. 10 del tratado), la ratificación de las Partes (art. 11), el archivo del tratado (ar. 14). Ni siquiera el documento ha previsto un organismo común de los Estados miembros -y no el Gobierno de Estados Unidos exclusivamente-, donde se residenciaran estos importantes documentos.
No es razonable que en la carta fundacional de la OTAN sea Estados Unidos el único Estado omnipresente, quedando el resto de los miembros en segundo lugar, casi desaparecidos. No responde a la realidad sociológica actual.
La inobservancia de los valores y principios jurídicos de la carta fundacional
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El incumplimiento continuado de los principios del tratado expresos en el preámbulo, “los principios de la democracia, las libertades individuales y el imperio de la ley”, practicando la OTAN una política cínica de admisión de Estados dictatoriales antidemocráticos, como Grecia, Portugal y Turquía, y, por otro lado, propiciando golpes de Estado, ayudada por la CIA, contra países democráticos.
La dependencia excesiva de la OTAN de Estados Unidos
La dependencia de Estados Unidos no queda únicamente consagrada en el texto del tratado, sino en la política internacional, donde se ha producido una connivencia entre las actuaciones de la OTAN y las de Estados Unidos. Algunos críticos afirman que la OTAN se identifica con la política exterior de Estados Unidos. No siempre ha sido así, pero sí con cierta frecuencia.
La OTAN no puede seguir a remolque del carácter y pretensiones de los presidentes de Estados Unidos; no puede ser un juguete en sus manos, al que se le mima o rechaza según los humores del momento histórico. Bush prescindió de la OTAN en su programa de guerras contra los “Estados canallas” -Irak, Irán y Corea del Norte-, rompiendo sus relaciones con sus aliados europeos. Trump la ha marginado y vilipendiado, llegando a decir de la OTAN que “no existiría si no fuera por él”. Ambos presidentes, Bush y Trump, maniobraron para poner a la OTAN al servicio de sus intereses nacionales y su política exterior, con frecuencia contrarios a los de sus aliados.
La acusación por Estados Unidos de la escasa contribución de los Estados miembros de la OTAN
No se justifica el servilismo de los miembros de la organización al hegemón, Estados Unidos, sin que la contribución de éste destaque sobre la totalidad del presupuesto de la OTAN ni la cuota de su PIB sea la mayor de los miembros de la organización. Estados Unidos aporta el 15,8% del presupuesto de la OTAN, igual que Alemania, algo más que Francia y Reino Unido. En cuando al PIB no está a la cabeza Estados Unidos, con el 3,38%, sino Polonia, con el 4.12% y Estonia, con el 3,43%. Son datos de la OTAN referidos a 2024. El liderazgo absoluto de Estados Unidos se justificaría si, al menos, su aportación a la alianza alcanzara el 50% más 1. Como sucede en la toma de decisiones de los reglamentos de las instituciones públicas y privadas de las sociedades democráticas. Así lo vemos a diario en las decisiones del Parlamento español. Así suele aparecer en las actas de las reuniones de las organizaciones, entidades y asociaciones. ¿Por qué admiten los socios de la entidad un extremo servilismo?
La ausencia de derechos y deberes de los Estados miembros y de reglas y procedimientos democráticos
Es necesaria una mayor horizontalidad de la OTAN, que se manifieste en la regulación de las ausentes reglas y procedimientos democráticos en las reuniones y toma de decisiones, así como en los derechos y deberes de los miembros. La ausencia de la regulación hace que el hegemón actúe a su aire y conveniencia.
Asunto importante es el valor del voto en una organización de miembros desiguales. Creo que lo razonable es el voto ponderado. Es lo habitual en las organizaciones públicas y privadas. Práctica justificada frente al excesivo dominio de Estados Unidos, que no se corresponde con el montante de su aportación a la alianza.
La extrema flexibilidad en el cumplimiento de compromisos y deberes de los Estados miembros de la OTAN
El método utilizado consiste en marcar plazos largos de tiempo para que todos alcancen una cota estipulada. En 2014, tras la apropiación de Crimea (Ucrania) por Rusia, se aprobó una franja de diez años, de 2014 a 2024, para que los miembros aportaran a las arcas de la UE el 2% de su PIB. Ante el incumplimiento generalizado se ha prorrogado hasta 2029. Esta forma de proceder provoca una extrema desigualdad en las contribuciones, que justifica la crítica soterrada o abierta de unos contra otros. La responsabilidad y el cumplimiento de los compromisos deben ser iguales para todos los miembros.
La falta de unidad de actuación de los Estados miembros de la OTAN
Lo que más visualiza la falta de unidad de la OTAN y lo que más la desprestigia es la dispersión de las actuaciones de los miembros de la alianza en los grandes conflictos. Lo hemos visto en la guerra de Kosovo-Serbia y en la guerra de Irak.
A la dispersión se añade el unilateralismo del líder, Estados Unidos, que respeta o no a la OTAN en función de sus concretos intereses nacionales. Hasta el presidente Obama, quizás el más proclive en sus discursos al multilateralismo, en no pocas ocasiones ha prescindido de sus aliados y ha ido por libre, como en los conflictos de Siria y de Israel-Palestina. Si el líder de la organización no da ejemplo de unidad con sus acciones en la política exterior de la OTAN, está poniendo las bases para que el resto de los miembros sigan su proceder.
Ante esta deriva de la OTAN se impone la vía a seguir por la UE: no jugar a una carta, sino a dos. Le interesa continuar en la OTAN, pero en una nueva OTAN, con una mayor horizontalidad de sus miembros. Es difícil la papeleta ante un líder no fiable, imprevisible y soberbio como Trump, que ha vulnerado los arts. 1, 2 y 5 del tratado, los más relevantes. Pero pesa más el resto de componentes de la alianza que el voluntarismo del líder. Creo que el problema reside más en la falta de unidad de los miembros que en la voluntad contraria o dispersa del líder. Junto a la refundación de la OTAN no olvidar la otra carta, la defensa y seguridad de la UE y la creación de un ejército propio, autónomo y bien dotado. Asunto de otro artículo.
* Catedrático emérito de Filosofía del Derecho y Política de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla