El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, se vieron este lunes en Washington en una reunión, la tercera entre ambos desde el regreso del republicano al poder en enero, celebrada con la urgencia de Trump por lograr que salga adelante el acuerdo de paz que propuso la semana pasada para poner fin a la guerra en Gaza. Trump recibió a su invitado en el Salón Azul de la Casa Blanca para cenar alrededor de una mesa a la que se sentaron, a un lado, varios miembros de su Administración, y, al otro, la delegación israelí. Nada más comenzar, Netanyahu entregó a Trump una carta con la que claramente perseguía halagarlo. En ella, propone al presidente estadounidense para el premio Nobel de la Paz. Trump considera desde hace años que merece esa distinción.
“Está construyendo la paz alrededor del mundo, ahora mismo, mientras hablamos”, afirmó el primer ministro israelí, “[y lo está haciendo con] un país detrás de otro”. Netanyahu compartió con los periodistas, presentes durante unos 20 minutos antes de que comenzara la cena, que continuó a puerta cerrada, que ha enviado esa carta al comité noruego del Nobel.
Era la primera ocasión en la que ambos líderes se veían desde que el presidente de Estados Unidos ordenó hace algo más de dos semanas un bombardeo de alto riesgo sobre tres instalaciones nucleares iraníes que rompió con cuatro décadas y media de política de contención estadounidense con el viejo rival. Y los dos coincidieron en vender esa operación militar como un éxito compartido. Una “victoria increíble” e “histórica”, según Netanyahu.
Era la primera vez en que ambos coincidían, también, desde que Trump anunció por su cuenta un alto el fuego de 60 días entre Israel y Hamás. Lleva días presionando a ambos enemigos para que firmen ese pacto y poder así apuntarse un tanto diplomático.
Netanyahu se mostró abierto a un acuerdo de paz, pero aclaró que este no puede incluir el reconocimiento del Estado palestino. “Construiremos la paz con nuestros vecinos, con aquellos que no quieren destruirnos”, dijo, “y construiremos una paz en la que nuestra seguridad, siempre esté en nuestras manos. Habrá quien diga: ‘No es un Estado completo. No es eso’; y no nos importa”.
Trump, que se hizo acompañar de algunos de los miembros de su Gobierno, como Steve Witkoff, su enviado a Oriente Próximo, o los secretarios de Estado y de Defensa, Marco Rubio y Pete Hegseth, consideró “que la situación en Oriente Próximo se va a calmar bastante. [Los países de la región] Nos respetan a nosotros y a Israel”, añadió.
Entre los temas previstos para tratar en la cena en la Casa Blanca estaban, además de la brutal ofensiva militar en Gaza, el estado del programa nuclear iraní tras el final de la guerra lanzada por Israel —que Trump bautizó “de los 12 días”, por el tiempo que duraron los ataques cruzados entre ambos enemigos e iniciados por Netanyahu— y la situación general en Oriente Próximo. El presidente de Estados Unidos confía en que la demostración de fuerza en Irán empujará a otros países a sumarse a los Acuerdos de Abraham, que permitieron la normalización de las relaciones diplomáticas de varias capitales árabes con Israel al final de la primera Administración del republicano, durante la que Netanyahu visitó hasta en cinco ocasiones la Casa Blanca.
Expansión de los Acuerdos de Abraham
El primer ministro israelí cree que la guerra con Irán, que definió como una operación para extirpar “dos tumores” que amenazaban a su país (el “balístico” y el “nuclear), puede ser ”el principio de una expansión histórica de los Acuerdos de Abraham”. “[La milicia libanesa] Hezbolá ha sido doblegada. Irán está fuera de juego. Así que creo que esto presenta oportunidades para la estabilidad, la seguridad y, finalmente, la paz [en Oriente Próximo]. Hay mucho que perder si se regresa al conflicto, y mucho que ganar si se avanza hacia la paz”, agregó Netanyahu.
El encuentro entre Trump y Netanyahu se produjo al final de un día en el que se conocieron los planes israelíes de crear un campamento en las ruinas de la ciudad de Rafah, al sur de Gaza, en el que obligarán a asentarse a 600.000 gazatíes. Estas instalaciones estarían en principio destinadas para palestinos asentados en el campamento de Al Mawasi, en el suroeste de la Franja, un escenario habitual de los ataques de las tropas de ocupación.
Sandy Aveledo » ¡Únete a nosotros!
Telegram – t.me/sandyaveledo
Whatsapp – acortar.link/EENOxN
Instagram – instagram.com/sandyaveledo
“Si la gente quiere quedarse, podrá quedarse”, dijo Netanyahu a las preguntas de los periodistas sobre los planes anunciados por Trump para el futuro de Gaza, incluida la idea de convertir la Franja en un desarrollo urbanístico de lujo frente al mar (una especie de “Riviera” de Oriente Próximo, en la fantasía del promotor inmobiliario que sigue siendo el presidente estadounidense).
El primer ministro israelí dijo que el republicano había tenido una “visión brillante”, y elogió la sugerencia de que los gazatíes abandonen el territorio por completo. “Se llama libre elección. Pero si se quieren quedar, que se queden. Estamos trabajando con varios países para ver si encontramos a quienes los acojan. Queremos dar a los palestinos un futuro mejor”. Trump intervino entonces para decir que Estados Unidos está “viendo una gran cooperación de varios países del entorno”.
Antes de verse con Trump, Netanyahu mantuvo reuniones con Rubio y con Witkoff, que además de enviado de Trump a Oriente Próximo es el redactor del plan de alto el fuego que ahora está encima de la mesa. Está previsto que el funcionario estadounidense viaje el viernes a Doha (Qatar) para participar en conversaciones sobre el posible alto el fuego y la liberación de los rehenes israelíes aún en manos de Hamás.
La reunión de Trump y Netanyahu se siguió con máxima atención en Gaza, donde el número de muertos por el genocidio israelí ya supera la cifra de 57.500.
Con información de El País (España)