Son varias las quejas que hemos recibido porque “los parqueros se han adueñado de las calles”.
Esa es la frase común de quienes han denunciado que los “cuidadores” de carros no dejan espacio para estacionarse en ciertas zonas si no se les paga o impiden el libre tránsito hacia las entradas de centros comerciales y conjuntos residenciales por el congestionamiento que se hace mientras ellos ubican a sus “clientes”.
En un recorrido que hicimos por varias calles de los municipios Valencia y Naguanagua pudimos corroborar lo que nos habían dicho.
En varias zonas de la urbanización Las Viña, en Valencia, hay un parquero por cada cuadra.
Hace poco una lectora denunció que se le había hecho difícil llegar hasta la entrada de un centro comercial en esa zona.
Otras que no estaban ocupando hasta el rallado peatonal para la ubicación de vehículos.
Una persona dijo que hay conos por toda la vía porque los dueños de restaurantes los mandan a colocar con los parqueros para que no se paren allí si no es un cliente del local.
Hacia Naguanagua una de las quejas más recurrente ha sido en residencias Don Bosco, porque los cuidadores se han apoderado del frente sin dejar incluso que familiares y amigos paren sus vehículos allí si no pagan.
Además, ubican carros tan cerca del portón de la entrada que dificulta el acceso, aparte de la cola que se forma en ese sector lo que hace más incomodo la llegada al hogar de quienes habitan allí.
Por la otra entrada siempre hay congestionamiento por la cantidad de carros estacionada frente al centro comercial Freemarket.
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La situación ha creado impasse entre los vecinos, porque algunos piden que los retiren mientras que otros dicen que sólo están buscando el sustento para sus hogares.
Cada uno agarra su calle
Allí hablamos con uno de los parqueros. Explicó que tiene allí cuidando carros unos siete años.
Le preguntamos si pertenecen a alguna empresa, si alguien los coordina y respondió que no.
Simplemente un día decidió que trabajaría allí y así fueron llegando otros.
Cada uno respeta su cuadra y hasta lograron que les dieran una franela con el logo del centro comercial.
En otras zonas simplemente se identifican con algún chaleco, gorra o simplemente por la cantidad de dinero que tienen en la mano.
En cuanto al monto a cobrar no hay una tarifa fija, algunos piden un dólar otros “lo que salga de su corazón” y hay quienes aceptan algún producto de comida.
La forma de pago tampoco es un impedimento porque si no hay efectivo aceptan pago móvil.
Pareciera que son una solución para quienes van apurados, no quieren pagar el estacionamiento más cercano o no quieren caminar tanto y confían su carros a estas personas.
El problema es cuando algunos no permiten pararse en algún lugar si no hay para pagar y se han visto casos de quienes se ponen agresivos.
También cuando obstaculizan el paso, generan largas colas o usan las zonas peatonales.
El llamado común a las autoridades es que pongan un control a esta situación.